Buscando el límite entre la privacidad y la utilidad de nuestros datos
De sobra sabemos que las grandes empresas como Google, Facebook, Dropbox… cuentan con muchos datos privados de sus usuarios, y nunca termina de estar claro qué hacen exactamente con ellos. También es evidente que existe un límite entre la privacidad absoluta (imposible en el siglo XXI), y compartir datos innecesariamente con las empresas. Os invito a haceros esta reflexión: ¿Dónde está el límite entre la privacidad y la utilidad de nuestros datos?
Pongamos como ejemplo a Google: un buscador, correo electrónico, mapas, almacenamiento en la nube, calendario y muchos otros servicios gratis. Espera, ¿gratis?. Obviamente no, gratis no hay nada.
Lo que Google quiere a cambio de sus servicios no es dinero, pero es información: tu información. Esos datos que tú le ofreces (tus correos electrónicos, ficheros, edad, fotos, direcciones, ubicaciones y un largo etcétera) son un valor enorme para este tipo de compañías.
Visto todo ésto no parece muy lógico querer darle estos datos a este tipo de empresas pero la pregunta es, ¿hasta qué punto?
Si lo pensamos desde cierto punto de vista, la utilidad de los servicios que nos ofrecen puede ser un gran valor, a cambio de datos que pueden ser irrelevantes en la mayoría de los casos (la gran mayoría de nosotros no somos espías dobles… que se sepa).
Un ejemplo concreto de todo esto: una app no muy conocida de Google que se llama contactos de confianza. Al usar esta app le das a Google tu ubicación en todo momento, y a cambio si te encuentras en una situación de peligro, o alguien no consigue localizarte, Google compartirá esta ubicación con quien tu quieras. ¿Parece una buena idea no?
- Hay que tener muy claro el uso que hacemos de los servicios y qué compartimos.
- Hay que tener muy claro cuál es la utilidad de cada servicio, qué recibimos a cambio de lo que damos.
Vaya por delante que defiendo la privacidad sobre todo lo demás, pero teniendo claro qué compartes (y si el uso de los datos es correcto) creo que puede haber un justo medio. Es decir: creo que hay que añadir un tercer término en nuestra bonita pregunta tendenciosa: la transparencia. Si hay transparencia, el usuario se sentirá más cómodo, y sabrá qué comparte y por qué, además de poder decidir si quiere o no hacerlo.
Se podría entender que no hay inconveniente en compartir mi ubicación con Google, a cambio de poder recibir servicios relevantes como el estado del tráfico en tiempo real en mi ciudad, y poder alertar en caso de incidente a mis contactos de confianza (y sí, también a cambio de bastante publicidad contextual un poco molesta en ocasiones).
Tampoco habría inconveniente en usar un buscador global como Google de forma gratuita, a cambio de recibir publicidad basada en nuestras búsquedas (al fin y al cabo y de forma un poco retorcida pero tiene sentido, ¿no?).
Tampoco parece extraño usar una red social para estar en contacto con amigos y conocidos, a cambio de ceder derechos de imagen.
El problema radica precisamente en la transparencia: al crearnos una cuenta la configuración por defecto suele ser «abierta» (es decir, lo compartes todo, y si no quieres compartir algo, tienes que indicarlo) y ésto no todos los usuarios lo saben, somos pocos los elegidos que invertimos un rato (y no poco) en revisar toda esta configuración.
Como contrapartida, existen compañías que están empezando a ofrecer sus servicios primando ante todo la privacidad del usuario, y sobre todo con transparencia. Aquí hay varios ejemplos:
- DuckDuckGo: buscador que defiende la privacidad.
- Diaspora: red social que respeta tu privacidad.
- Telegram: siempre es puesta de ejemplo como aplicación de mensajería segura y privada.
Conclusión: si sabemos lo que estamos haciendo, no hay inconveniente, siempre que el contrato entre las partes sea justo y transparente. Aún así, tenemos alternativas que debemos conocer y compartir para que las grandes empresas comiencen su andadura hacia la transparencia.
Y vosotros qué opináis, ¿privacidad o utilidad?
Ana María
junio 5, 2017 at 4:53 pmCarlos, me ha encantado tu post. Aunque me apasiona el tema de transformación digital, big data, Internet de las cosas, he de reconocer que da un poco de «vertigo» todo este tema y más ahora después del ataque que importantes empresas sufrieron hace unas semanas. Gracias por compartir.
Carlos Cuadrado
junio 6, 2017 at 11:58 amGracias a ti Ana, da gusto ver por aquí a los lectores habituales 🙂
El vértigo siempre existe, pero hay que saber encontrar el equilibrio, es justo lo que intentaba transmitir. Hay que saber lo que se hace y a quién le das tus datos, de tal forma que puedas vivir online sin comprometer tu privacidad en exceso.